Infinito - Capitulo 6 - Razon Humana
Capitulo anterior Primer Edad.
En la Tierra se trabajo sin descanso para hacerla un lugar habitable desde el principio. Era el año 800 cuando Nortfkol se convierte en el primer reino de la Tierra de hombres y mujeres, región con una gran belleza natural y grandes construcciones. Nortfolk era la envidia de los humanos que les toco habitar en otras tierras y su esplendor iluminaba aquel lugar con una belleza hasta ahora nunca vista en la Tierra, con obras que sus habitantes habían forjado con un arte y conocimientos extraordinarios. Grandes ciudades, lugares naturales imponentes, grandes monumentos y grandes jardines multicolores distribuidos por todo su territorio. Tanta era la admiración y también la envidia de los demás, que muy pocas veces alguien se atrevía a ir a Nortfolk. Al ESTE se establecieron los Numay y al OESTE los Wum. Ambos acordaron fronteras y construyeron sus ciudades dentro de sus límites. Otra característica que diferenciaba a los hombres y mujeres de Nortfolk era su altura y su belleza física. Cosa que causaba admiración y recelo en los otros humanos. En Feroe estaban los Sima, en Taka los Mihys, en Yaba los Zom, en Muth los Dum y en Pot los Xiom. Estos pueblos nunca llegaron a producir esplendor o grandes hazañas y recibían escasa atención de los dos grandes espíritus que habitaban en la Tierra. Ix era amigo de los Numay y Ar de los Wum y ellos ayudaron grandemente en las obras que realizaron estos pueblos e influenciaron de distinta manera sus espíritus. Los Numay eran un pueblo paciente con la adversidad, tolerantes con la incomprensión y solidarios con los que necesitaban ayuda. Los Wum en cambio era un pueblo arrogante, de soberbios e intolerantes con los demás y poco solidarios. Ar influenció sobre los Wum para conseguir sus propósitos. Ix influenció sobre los Numay para orientar y ayudar a conseguir los propósitos que ellos planeaban. La obtención de mucho más poder y el control de las voluntades de los humanos se estaba convirtiendo en obsesión en Ar. Para lograr su objetivo tomaba la forma de humano para ser reconocido como uno más en el pueblo, pero no como uno cualquiera, era el de mayor altura y con fisonomía mas bella y lo más singular tomaba el aspecto de una mujer y se hacia llamar Ania. Ella era esbelta y su esplendor iluminaba todo a su paso. En especial los Wum la adoraban como una diosa, la reconocían como la hacedora del mundo y cumplían con sus pedidos siempre. Nadie se daba cuenta que estaban siendo utilizados. En esos tiempos existía un joven Wum llamado Trom, que influenciado por Ania en sueños, germinaba en su espíritu un ansia desmedida de poder, que un futuro cercano lo convertiría en un personaje esencial en los acontecimientos que estaban por venir. Ix intuía desde siempre que Ar no tenia buenos propósitos con los humanos, pero sabía que su creador tenía para ambos una misión final, que él todavía no conocía y como su espíritu era paciente y sabio, comprendía que por ahora no debía enfrentar, ni intentar cambiar a Ania. Como señor de las aguas, la lluvia y los vientos, ofrecía a los Numay la lluvia necesaria para sus sembradíos y un mejor clima para sus regiones. Esto mismo, pero con distinta dedicación también ofrecía a las regiones de todos los pueblos de la Tierra. Si bien no podía tomar forma alguna humana para que los Numay lo reconocieran, ellos apreciaban su poder en la fuerza de sus dones y su presencia en sus manifestaciones imponentes y majestuosas. Por eso también lo llamaban Sumar (que en lengua Numay significa dios del mar). Ania deseaba ser amada por los Wum como los Numay amaban a Sumar, pero nunca lo logro, esto endureció su espíritu de ambición y cólera para planear un maléfico plan para dominar a los Numay. Una joven que era conocida como Dana recibió de Sumar en sus sueños sabiduría y fortaleza de espíritu y un regalo, una singular belleza y se convirtió en esa época en la reina de los Numay. Trom como era previsible se convirtió en el mismo tiempo en rey de los Wum. Dana y Trom no se conocían, consiguieron guiar a sus pueblos hacia sus destinos y fueron los responsables de la historia que sus pueblos vivieron y que dieron razón a sus existencias. Cada pueblo tenía un don especial y único dado por Sumar y Ania a los hombres y mujeres de Numay y Wum, que marcarían los futuros hechos de estos pueblos.
Autor Roberto Hevens
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