lunes, 18 de junio de 2007

Infinito - Capitulo 8 - Dana y Trom

Capitulo anterior Numay y Wum.

En los últimos años de la primer edad Dana fue la reina y señora de los Numay con tan sólo 15 años. Sus pensamientos siempre estaban por delante de los rumores que intentaban algún tipo de influencia sobre sus decisiones. Su madre Hunay reinó hasta los 135 años, cuando una fatalidad se llevo su vida, su padre Amsey acompaño a Hunay en pensamientos y amor hasta el día de su muerte y al poco tiempo a los 140 años fallecía inmerso en una gran melancolía por la pérdida de su amada esposa. Criaron a Dana con dedicación para fortalecer su espíritu y su voluntad y su don, como a sus hermanos, que eran mayores, pero que aceptaron con beneplácito la ley de sucesión. En ese mismo año Trom era coronado rey de los Wum a la edad de 20 años entre grandes festejos y gran alegría de su pueblo. Su sabiduría y ambición fue cultivada por Ania desde pequeño, era orgulloso y soberbio, pero en cuestiones de vida muy benevolente. No se apresuraba nunca en emitir un juicio y escuchaba siempre a sus consejeros y aprendió rápidamente las cuestiones de su reinado. Su padre Lambá y su madre Suré cedieron su trono a su hijo simplemente por su vejes, él tenía 90 años y ella 80 años y al poco tiempo después de la coronación murieron. Tenía hermanos mayores, pero al igual que Dana, Trom se vio beneficiado por la ley de sucesión de su pueblo. Sus caminos estaban a punto de unirse, pero ellos no tenían idea que esto sucedería. Los Numay y lo Wum preparaban la fiesta para recordar la época en que construyeron sus ciudades con ayuda de sus vecinos. Una gran reunión que tocaba en la ciudad de los Wum Deler, una de las más bellas, que poseía grandes monumentos, lo último en tecnología para servicio de sus habitantes y era donde vivía Trom. La fiesta duraría 3 días y no faltaría ni comida ni espectáculos en cada rincón de la ciudad. La reunión principal tendría lugar en los jardines de la casa de Trom. Llego el día y la comitiva de Numay con su reina Dana se presento ante Trom y algo mágico sucedió, como era de esperarse, sus miradas se cruzaron como flechas y llegaron directamente a sus corazones. Durante la fiesta no dejaron de cruzarse miradas inocentes y seductoras y llegado el momento bailaron en medio de la multitud. Apenas hablaron cuando tuvieron oportunidad, era como que todo estaba dicho y no fueran necesarias las palabras, ahora sólo faltaba que se conocieran en la intimidad.. Toda la noche buscaron sin éxito escabullirse y estar a solas, no faltaron tácticas y excusas hacia sus comitivas, que no tuvieron la suerte que ellos pensaban, siempre había un brindis, un discurso y muchas personas alrededor, de las cuales era imposible alejarse. No faltaba la comida ni la bebida en ningún momento, ni personas por presentar a los reyes, ellos con cortesía atendían una a una haciendo sentir bien al invitado. Después de las doce tuvieron una oportunidad, que no dejaron pasar, en un momento Trom invito a Dana a conocer los jardines del norte de Deler, según sus propias palabras, las rosas blancas se asemejaban a la belleza de su invitada y sería un honor para él mostrarle una imagen que la sorprendería. Solos caminaron por el jardín, sin intrusos ni mirones de sus comitivas, La luna les prestaba la luz exacta que necesitaban para hablar y compartir sus miradas y en un momento él la tomo por la cintura y se mezclaron en un beso interminable. Ella sintió temblar todo su cuerpo y él la acompaño en todas las sensaciones que aquel beso produjo. Por un instante los dos conocieron la inmensidad a la que invita la felicidad y no pensaron en otra cosa que en los dos, hasta las rosas le prestaron su mejor perfume para que ese momento fuera único e inolvidable. Cuatro personas enmascaradas se acercaron hasta ellos, dos tomaron con fuerza a Trom y las otras dos a Dana y les asestaron dos puñaladas en pleno corazón a cada uno. Los asesinos huyeron y los dos cuerpos quedaron tendidos uno al lado del otro aún con vida y ensangrentados con la muerte, se tomaron de las manos, se clavaron los ojos y sin decir palabra esperaron sus últimos alientos. Tal fue la muerte de Trom y Dana que ambos dejaron de respirar al mismo instante. Cuentan que su amor, nunca confesado, fue el argumento de muchas historias que durante años se escribieron sobre ellos y que aquel jardín en noches de luna llena se viste de un blanco sobrecogedor y un perfume que se puede sentir desde lejos. Así terminó una historia de amor que dejo marcado para siempre a los Numay y los Wum. Los asesinos al poco tiempo confesaron su autoría y se dieron a conocer.

Autor Roberto Hevens

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